del mundo, y los signos hacen sonar
negras sirenas de abismos sin par,
delatando un estigma en los destellos.
Atrás quedaron los momentos bellos
y el canto gregoriano de la mar,
los días son el incienso del pesar,
la fogata donde arden los aquellos.
Un huracán a cara descubierta
ha encontrado en el musgo su ventura,
rompiendo el alma rosa del poniente.
Los campanarios se han puesto en alerta.
Las promesas relanzan la amargura.
Y cada sombra es un toro en la frente.
LUIS MARÍN IBAÑEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario