viernes, 26 de junio de 2009

Dos lunas

Dos lunas

Nos hemos encontrado, amor,
en mitad del camino.
Me besaste como sabes
que me gusta que me beses.
Me arañaste con las huellas
de tus flancos tardíos.
Te mordí con mis marcas
en la orilla del abismo.
Y nos bebimos toda la sangre
y toda la aurora.

Me llamaste, amor,
mil veces me nombraste.
Y fue como solo yo se
que quiero ser nombrada.
Y con las venas abiertas
encendimos el fuego
dejándonos luces
sobre los áureas.
Fuimos alondras
despuntando en vuelo,
dos lunas llenas
sobre las flamas.

ANY CARMONA


miércoles, 10 de junio de 2009

CIUDAD NEVADA


 Un olvido murió
sobre el banco roto,
llantos encarbonados
cubrieron las chapas
y la miseria sintió
alegría de nieve santa.
Nubes grises danzaron
en giros helados,
explosión del cielo,
regalo divino.
Copos pequeños refrescaron
las ávidas bocas risueñas
en horas silenciosas
de suave caída blanca.
Con infantiles gritos
como humildes remiendos,
tembló Buenos Aires
de frío asombrado
¡Nieve!
¡Nieve!
Rozaron las varitas,
el invierno porteño.


Any Carmona

jueves, 4 de junio de 2009

Gotas de vida

Gotas de vida

Puse en mi boca la última barrita de chocolate que encontré en la cartera.
- Es la última – me dije mientras la colocaba bien pegada al paladar para comenzar a acariciarla muy sutilmente con mi lengua. Era la última porción. Dulce, suave, cremoso chocolate dentro de mi boca. Me hablaba de sensaciones, de placer, del delicioso sabor de lo bueno. Fui degustándolo lentamente. Raspando con delicadez con mis encías, carrillos y papilas gustativas, cada miligramo de aquel postre.
– Que no se acabe – me decía al tiempo que arrollaba en un bollito el papel dorado, no sin antes leer: “Gusto capuchino”. – Es el primero que me regaló – pensé – pero no el que más me gustó…ese fue el de limón –
Miré de nuevo y lo arrojé por una alcantarilla. Rodó y cayó en el vació hasta desaparecer de mi vista.
- Ya está, se fue, este es el final – repetí tragando la última gota de vida por mi garganta seca.
Mis ojos miraban la nada y mis pensamientos divagaban hacia aquellas otras tantas veces en que tuve que despedirme de algo…o alguien.
Y ya comenzaba a caminar alejándome de mi casa, cuando de pronto lo recordé: - Me queda otro trozo en el cajón del comedor, entre los manteles finos. Es el de chocolate amargo con cascarita de naranja. Sí, ahora lo recuerdo, lo guardé ahí porque fue el más sabroso de aquellos regalos – Pensaba para mis adentros.
Desanduve apresuradamente el camino, subí por el ascensor, abrí la puerta del departamento y, como loca, busqué la tableta en el fondo del cajón. Ahí estaba: “Chocolate Suchard con ralladura de cáscara de naranja”. Tuve el impulso de comer pero no, me senté en el sillón y me largué a reír a carcajadas. ¡Qué bueno! Lo dejaría guardado, esperando a que él se me tornara indispensable y mi boca, lo deseara de nuevo.
ANY CARMONA