domingo, 26 de diciembre de 2010

PEQUEÑAS HUELLAS*

Qué voy a hacerle, soy
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol rugoso...
Pablo Neruda*


Domingo azul y verde,
parque de diciembre.
Bajo trinos y gorjeos
descansa mi árbol
pródigo de magnolias.

He venido hasta aquí
perfumada de cielo,
henchida de vida,
Natividad,
Florecimiento.

Nunca mi soledad
ha sido más luminosa.
Porque dos almas amadas
flotan en el Cosmos
para hacerse carne
sobre los vástagos
de mi tronco.

Hoy se me hacen
leche los ojos,
pan los brazos
y pimpollos de rosa,
las manos.

Más en mi regazo
magnánimo de miel,
se posan ingrávidas,
las pequeñas huellas
de mi heredad.


ANY CARMONA

* Del poema Oda al día feliz de P. Neruda

jueves, 23 de diciembre de 2010

"BRINDIS" por SEROMA


Calina la tarde,
se viste de nubes
al llegar el ocaso.
Breve la espera,
ansiado el encuentro,
extenso el periplo
para llegar al brindis.
El vino escarlata
se bebe tus labios,
me roba el beso,
extasía el deseo.
La lluvia acaricia.
Mi nuca encantada
se deja jugar
por picaros dedos.
Se cierra la noche
en el cerco del lecho.
Los cuerpos se ligan,
se enredan, retuercen.
Solo se habla la lengua,
del roce perpetuo.


Lo demás apenas es coro
de suspiros y besos.
El amor, jinete afanoso,
con la carne, brioso copula.
Extenuado, indolente,
después se descansa
preñando el afán,
con acertado mimo.
Se explaya el sopor
por tu espalda desnuda,
mis brazos se guardan
cobijando tus pechos.
Así hasta el alba
se duerme el anhelo.
Y despierto ya el día,
tu piel se lleva mi piel
por cierto camino.
Se azuza el fuego,
reavivan cenizas
en nuevos jadeos,
mostrando que aun
se encuentra vivo
el rojo del vino.


SEROMA

martes, 21 de diciembre de 2010

DEDOS DE PAN*




















Quiero abrir
mi costado dormido
a los dedos gigantes
de tu alimento.
Ser humedal que cobija
la semilla de tu otredad
blanda y tibia
Marca
con tus vocablos amados,
los caminos.
A tus dedos de pan,
iré.
Quiero, en ti,
encontrar mi yo
en fuga.

ANY CARMONA
* Del libro Poemas sensuales
a la hora del té

TUYA*


Anoche supe que soy tuya.
Me soñé despierta,
enredada a tu cuerpo.
Te recordé  buceando
bajo mis enaguas.
Estabas mojado,
temblando entre mis labios
y yo envolvía tu cintura
con mis alas.

Anoche estuve contigo.
Tú tatuabas mi espalda
con la esponja,
bañabas con espuma
mi voz y mi sonrisa.
Prendías gotas de diamantes
en mis ojos
y yo simplemente,
te amaba.

Anoche me serví una copa
de aquel vino afrutado
y llegué al cielo
mientras te pensaba.
Brindé a tu salud,
mi siempre bien amado.
Y tuve la certeza
que es tuyo,
este perfume embriagador
a cerezas.

ANY CARMONA
* Del libro Poemas sensuales
a la hora del té

miércoles, 15 de diciembre de 2010

NI UN DÍA


No hay un solo día
que no te piense.
Eras el malabarista
de mi anatomía.
El trasnochador
que traducía
el punto exacto.
El que recorría
el piélago trazado
sobre mi horizonte
y la línea del ocaso.
El adivinador, casi vidente,
de mis tantos
y nunca suficientes
delirios.
Quien ponía notas de alegría,
puntos de colores
y lágrimas de amor
sobre la gran balsa
de mi océano.
No hay un solo día
que no te piense.
Y es porque han pasado
tantas lunas
que ya tu lugar a mi vera
ha sido usurpado
sin remedio,
por alguien que se parece
a mi sombra.

ANY CARMONA

martes, 14 de diciembre de 2010

ELLOS Y YO


Ellos buscan cielo
yo ofrezco camino.
Ellos buscan razón
yo ofrezco luz.
Ellos buscan sexo
yo ofrezco pasión.
Ellos buscan pequeñez
yo ofrezco vuelo.
Ellos buscan ángel
yo ofrezco belleza.
Ellos buscan juventud
yo ofrezco adolescencia.
Ellos buscan miel
yo ofrezco sal.
Ellos buscan femineidad
yo ofrezco humanidad.
Ellos,
yo.
¿Alguna vez
podremos encontrarnos?


ANY CARMONA

viernes, 10 de diciembre de 2010

NIÑITO DESCALZO (Poema infantil)


Niñito descalzo de carita sucia.
Ángel de arcilla vestido en harapos.
Vienes tras mechones surcando tu seño
bañado en hollines y moco navideño .

Recorres los subtes, te subes al tren.
Piecitos de barro cruzando el andén.
Niñito descalzo, dame una estampita,
apoya tu mano, confiesa tu pena.

Que pronto en el túnel, nacerá otro Niño.
Muy pobre y de harapos también llegará.
Ya no más trabajo para tu cuerpito.
Ni esclavo ni hambriento.
Ni sucio, ni  rancio.

Solo tus derechos, niño privilegiado
que por ser un niño, Dios te ha regalado.
Y en horas de ensueño, juguetes y miel,
ungirá sanación en tu pequeña  piel.

Niñito descalzo, te doy mis zapatos.
Angelito sucio, te lavo los pies.
Cuerpito cansado, acuno tu llanto.
¡Navidad de azúcar para tu niñez!


miércoles, 8 de diciembre de 2010

CRECER EN NAVIDAD por Any Carmona


CRECER EN NAVIDAD


Mis hermanos y yo nos sentamos a la mesa del comedor con un bloc de papel de cartas, varios sobres y lápices. Nuestra madre había dicho que a Papá Noel había que escribirle si queríamos que nos trajera los juguetes que deseábamos tener.
Mi hermana Daniela y yo nos habíamos puesto de acuerdo en lo que pediríamos y es más, ya teníamos hasta los detalles de nuestro pedido: Dos muñecas que caminaran, hablaran y cantaran. La mía con pelo largo y rubio y la de ella igual pero con pelo platinado (como la de nuestra prima). No muy grandes para que no nos pasaran en altura y, eso sí, con ese perfume tan exquisito que habíamos olido esa vez en la juguetería. ¡Esas muñecas tan caras! Esas, eran las que queríamos.
Mi hermano Rodolfo, en cambio, pidió un camioncito de Duravit, el más grande que venía. Era tan grande que hasta él, que tenía apenas tres años, podía subirse y andar sobre el mismo. Lo pidió rojo, igual al que vimos ese mismo día en la juguetería.
-                  Ahora sí lo vas a tener, Papá Noel te lo va a traer. Vas a ver que este año te lo trae – Le dije muy convencida a mi pelirrojo hermano, tan chiquito e ingenuo que pensaba que si se lo pedíamos con fervor, seguro no fallaba.
-                  Entonces le pido algo más – me dijo.
-                  A ver…¿Qué podemos pedir además? – Preguntó mi hermana.
-                  Pidamos golosinas…muchas, muchas golosinas…pero de esas que mamá no nos deja comer: chocolates, mantecol, mucho mantecol… y caramelos de dulce de  leche, de esos que son enormes y se pegan en los dientes – Agregué yo que era gordita y glotona.
-                  ¡Sí…y pidamos chocolates de Bariloche en rama! – Dijo Daniela.
Y agregamos estos pedidos dulces a los de juguetes. Escribimos una carta cada uno que pusimos al pie del gran árbol de navidad que teníamos en casa. Un árbol que casi llegaba al techo…
Esa tarde de vísperas de Noche Buena me junté con mi vecinita Mirta que vivía en frente, a jugar a “la cocinita”. Ella tenía una cocinita en miniatura para niñas hecha de metal esmaltado en blanco (igual a las verdaderas), con mesada, piletita y alacena. Todo de juguete. Era una réplica casi exacta a las reales. Yo siempre me cruzaba a su casa para jugar y esa cocinita me tenía loca. Ese día le dije a mi amiguita:
-                  Ya le mandé la carta a Papá Noel, le pedí una muñeca que hable y muchas golosinas…¿Vos qué le pediste?
-                  Nada porque Papá Noel no existe, no existe, Papá Noel son los padres – Me zampó así de pronto sin darse cuenta del impacto que eso provocaría en mí.
-                  ¿Qué estás diciendo? Papá Noel existe y todos los años nos trae algo lindo de regalo. El año que viene pediré una cocinita igual a la tuya – Le dije.
-                  Te digo que no existe, preguntale a tu mamá, preguntale y verás – Insistió mi cruel amiguita. Tan cruel como suelen ser los niños a veces.
Corrí asustada a mi casa, subí las escaleras y casi llorando pregunté a mi madre que estaba cocinando para la noche:
-                  Mamá ¿Es verdad que Papá Noel no existe, que son los padres? - Mi madre me miró, se agachó y tomándome de los hombros me dijo:
-                  Como ya sos grandecita te diré la verdad, pero no les digas nada a tus hermanitos. Papa Noel es una fantasía. Somos los padres los que hacemos los regalos y armamos ese cuento para los chicos.
-                  ¡Pero yo lo vi, lo vi en la Galería…estaba con su traje rojo y su barba blanca! – Grité con lágrimas en los ojos.
-                  Sí pero era un señor que se disfraza cada año para darles ilusión a los nenes. En realidad es un actor – dijo mi madre con mucha ternura.
-                  Entonces ustedes me mintieron, no puede ser, no puede ser – Contesté muy decepcionada y me fui a mi habitación a meditar sobre el porqué de tal  engaño.
Todo el día estuve triste y muy asustada y con muchas ganas de contarles a mis hermanos sobre la gran mentira de la que eran presos. Pero me contuve ante la cara amenazante de mi madre.
Esa noche festejamos la Navidad con una rica cena y pusimos los zapatos en el árbol para abrir los regalos al día siguiente ya que no nos dejaban quedarnos hasta las doce. Los niños se acostaban temprano en los años sesenta…
Recuerdo que no pude dormirme hasta muy tarde. Mi cama estaba debajo de la ventana que se encontraba abierta de par en par por el calor de diciembre y yo estaba  temerosa pensando que en cualquier momento entraría Papá Noel porque Él sí existía y seguramente me visitaría. Decepción, miedo, tristeza fueron los sentimientos que me embargaron en esa Navidad. Me dormí después de mirar largamente el cielo por la ventana más cuando abrí los ojos, ya era de día.
Los tres corrimos como locos a ver los regalos en el árbol, Dani, Rodo y yo, que quería saber si todo había sido una equivocación y Papá Noel sí existía…
-                  ¡Las muñecas, el camioncito y las golosinas!...- Las golosinas estaban, no chocolate en rama, no mantecoles, no caramelos gigantes de dulce de leche…Solo esos caramelos baratos y esos chocolatines blancos que no hacían mal…
-                  ¿Qué pasó mamá…qué pasó?... ¡Papá, vení a ver!– Preguntamos a nuestros padres.
-                  Es que Papá Noel este año no pudo, está pobre – Dijo nuestra mamá – Hay que conformarse con lo que él nos regala, a veces no se puede, no siempre Papá Noel puede hacer regalos importantes.
Miré sus enormes ojos celestes y vi tristeza en la cara de mi madre. Entonces comprendí que era verdad: Papá Noel no existía y la pobreza en mi familia había llegado hasta nuestra Navidad. Ese año crecí de golpe.


ANY CARMONA


domingo, 5 de diciembre de 2010

AMOR DE PRIMAVERA*


Hay un alumbramiento en el bosque de primavera,
una ensoñación del alma entre haces de media luz.
Ella siente llegar los pasos del caminante 
 entre las gotas de rocío mojando la piel.

El se acerca a su encuentro,
peregrino de horas prohibidas
derramando tierra sobre el sendero azul.
Un jardín encendido es clandestino refugio,
al carnal nacimiento de aquel amor.

La hace suya entre la hojarasca y el musgo,
perfecto follaje para un lecho nupcial.
Dos cuerpos copulando en enredado abrazo,
 los ojos del bosque los ven gozar.

Nadie sabe que ella lo está amando
que por él daría su vida y su lar.
Que él  juega lujuriosos juegos,
que es el prisionero de su ambigüedad.

Enamoramiento eterno,
primaveral incidente.
Patética verdad.

ANY CARMONA
* Del libro "Luz de soledad"

miércoles, 1 de diciembre de 2010

HOMBRE DE LAVANDAS


Su torso esculpido en forma de V
cuelga del barrote cercano al cielo.
Porque los caños para los pasajeros
ahora sirven para crucificar.
Su cabeza huele a lavandas,
a fragancias de sudor y ducha.
Sus rastas rubias como crines salvajes,
rozan las ráfagas del aire urbano.
Su rostro color de aceituna asoleada,
imprime carácter a su llana frescura.
Hombre del siglo veintiuno,
cúmulo informal  de dulzura porteña.
Varón dibujado en un bus.
Sin ataduras ni resentimientos.
¡Sea su imagen,
el sello de su pureza!

ANY CARMONA

IMPULSO


Parece que una vez que te has unido
ya no puedes desunirte.
Si en un impulso quisiste seguirme,
ahora ya no puedes darte vuelta
y huir en dirección contraria.
Si por un instante decidiste venir a oler
mis perfumes sensuales y cadenciosos,
ya no estás en condiciones de desistir.
Lo siento, amor…
pero estás en mi camino de mesa.
Te encuentras cerca del ojo de mi ojal.
Figuras en el costado derecho de mi página
y en las otras también.
Estás ahí
y aquí.
No puedes hacer otra cosa que entregarte.
Perdono tu imprudencia de haberte lanzado
al milagro de encontrarnos.


ANY CARMONA