A Santiago, internado en el Borda
que no pudo, aunque la ley lo ampara,
salir a votar.
Será la ultima vez que vea en sus ojos
la encendida llama del pedido.
No puedo, no,
llevarlo a otros cielos.
Al país de los colores brillantes
y los vuelos.
Yo quería llevarlo pero no puedo,
no me dejan, no nos dejan.
¡Ay, qué dolor
por no poder hacerlo!
Cantó canciones para mi alma
y lo vi tan coherente
en su efluvio apasionado,
de notas y pasos danzantes,
que no parecía estar encarcelado.
Cantó, subió, voló y respiró libertad.
-¡Qué intenso se siente
si estoy limpio –
Sentenció contundente y veraz.
Más en su rostro de viejo,
cabeza calva por elección,
resplandeció la esperanza.
Pero no puedo ayudarlo, no me dejan.
El quería sentir que puede elegir,
decidir quien lo gobierne.
Decir –aquí estoy yo y puedo elegir
porque soy libre –
Pero tiene atadas las alas,
las nalgas agujereadas
y una cruz atraviesa su alma.
No puedo acercarle oxígeno, no,
no me lo permiten.
El debe ser crucificado
porque fue distinto
porque es un elegido.
Tengo el corazón partido en dos.
Quería ayudar
a gestar su integridad de hombre,
a sanar su espíritu aniquilado,
a elevarse por encima de ellos.
¡Pobre gorrión que no puede ser paloma!
En pleno vuelo lo bajaron
y yo no puedo, aunque quisiera,
tenderle trampolines.
Ellos son muchos
y no entienden…
no entienden…
no entienden…
ANY CARMONA
23 de Octubre de 2011