No se en qué momento tendiste un puente
entre mis piernas de mariposa
y tu cintura de peñasco.
Cuándo conquistaste palmo a palmo
el éxtasis de mis células
agotadas,
trayendo el sabor del mar
a mi orilla yerma de caracoles.
En qué hora posaste tus dedos de
mago
sobre mi piel desnuda,
entregándome despojos vibrantes
de tu anatomía.
En qué instante clavaste flores
pétreas
en mi secreto de mujer
desesperada por tus brazos,
y supiste que mi vientre
crepitaba en brasas
por tenerte próximo a mi lecho.
No se, amor, cuándo adivinaste
que moría en vida
si no me poseías.
ANY CARMONA
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