¿Es este mismo el sol de ayer
o es otro el fuego de su fuego?
Pablo Neruda*
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El sol de ayer quedó grabado a
piel y besos
sobre el giro suave de mis vuelos
nocturnos.
El fuego de aquel sol se ha
adueñado de mi corazón
tallado a cincel bajo el agua de
los puentes.
Miles de esferas incandescentes
iluminan con sus vetas ambiguas,
los compases de mi tiempo.
Este tiempo que une nuestros
pechos.
Porque aún resuenan campanillas
de enredaderas
que se abrazan a mis caderas.
Flores como campanas de alegría.
Y aunque el fuego del sol de hoy no es
igual
que aquel de nuestros sueños,
(es otro el fuego de su fuego),
hay aleteos de pacíficas palomas
surcando las mañanas
más chispas de luz vibrante
sobre los leños encendidos
desde el alma.
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ANY CARMONA
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