domingo, 16 de junio de 2013

CARTA A MI PADRE por ANY CARMONA



Papá, te fuiste envuelto en un halo de frágil niebla, con lágrimas vertidas desde mi dolor, con palabras que viajaron por cables del cielo para decir el último y más sentido: "te quiero mucho, papá".
Me dijeron que hasta que no escuchaste mi voz, no pudiste cerrar por última vez tus ojos negros,   lejanos como el tiempo, dolientes como la injusticia de aquella tormenta que te estampó la frente en ese muro frío y final.
Papá, tu último Abril fue el fin de los otoños desvaídos de mi alma. ¿Te das cuenta? Pero también, el inicio de las muertes de las hojas amarillas de todos los árboles, que se suicidan por la partida del verano, más la apertura de un epitafio ajeno que jamás escribí.
Te fuiste en perfecta magia con el fin de un ciclo, habiendo decidido ser el autor de tu propia víspera. Porque siempre eras el que marcaba los senderos, el que ponía los acentos y apretaba los botones. 
Y yo, querido padre, fui la única que no lloró tu partida más que con una sola lágrima. Aquella que cayó pesada y lóbrega para contener en sí misma miles de mares por tu ausencia infinita y necesaria.
Pasaron cinco años largos y eternos, tan eternos como la inmensidad que te cubre. Y es hoy que me decido a decir estos pocos versos en tu honor:

Fuera de cauce
Agua gigante
Pulso agitado
Vértice que no encaja

Descansa plácido
Padre mío
En la negra
Hondura del abismo

Porque sembraste mi vida
Porque a tu modo 
Me cuidaste

Descansa
Vuela
Sé libre por fin
que yo, tu hija,
te dejo ir.

Any

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