Primero elegí el momento del día en que trazarás su forma.
El atardecer cuando el sol cae oblicuo sobre tu mesa, suele ser el instante en que entran las partículas brillantes a posarse sobre las manos.
Luego prepará la hoja de papel de algodón más gruesa y clara que tengas, continente blanco y vegetal.
Una foto de una Monarca anaranjada será suficiente inspiración. Dibujala sutil y liviana como un soplo de brisa de primavera.
Al hacer líneas apenas perceptibles, ella vendrá a posarse sobre tu mano y desde ahí saltará sobre el papel.
Con acuarelas de colores vibrantes, aguadas de grandes sueños creadores, debes invadir el campo creativo.
Una musa cual ángel divino, caerá sobre tus sentidos mientras la varita mágica del universo se prendará de tus pinceles.
Sólo entonces, ella volará hasta el cuadro trazando con suaves aleteos de luz crepuscular, su aterrizaje.
Si parece un brochazo de purpurina luminosa, es que estás logrando tu cometido.
Tras el vidrio parecerá que no tiene vida, pero cuando la mires se desperezará , moverá, y hará temblar sus alas.
No la toques, dejala volar sobre tu cabeza y posarse sobre tu nariz.
Es tu mariposa de luz que todo lo enciende.
ANI CARMONA
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