Caen gotas de llanto.
Ruedan lágrimas enormes,
pesadas,
profundas.
Tan hondas como la eternidad que te cubre.
Son por nuestro hijo.
Nuestro hijo, nuestro hijo.
El fruto de un amor tan vasto
como la eternidad que te cubre.
Un acervo de valores disipados:
Tu cultura,
mis aficiones,
nuestros ideales.
Nada queda en él de todo eso.
Nada de tus ojos devoradores,
de tus palabras maestras incansables,
de tu canto y tus manos.
Veo su rostro en la niebla.
Debilidad, pesar y pequeñez.
Parálisis.
Verbo soez que me golpea.
Como el látigo de una serpiente.
Como la herida de sal que no cierra.
Y lloro lágrimas de silencio por nuestro hijo.
Nuestro hijo, nuestro hijo.
Déjame llevarme a su padre
a un lugar muy bello.
Tan bello como la eternidad que te cubre.
Donde esperaremos juntos
a que él regrese.
ANY CARMONA