jueves, 18 de febrero de 2010

MUJER*

Mujer de plata.
Criatura brillante
entre pociones anodinas.
La que cura, la que salva.
Seno que recoge las bandadas.
Mujer de bronce.
Ser hecho de heredadas consignas.
Mitad costilla y mitad entraña.
La que acepta valentías
asumiendo sus caminos,
la que escribe en la bitácora.
Mujer con alas.
Niña que desea juegos y crea vanidades.
La que aletea y ríe a carcajadas.
Emulada por los dioses,
seguida por sus amos.
Envidiada.
Mujer de barro.
Mujer ánfora.
La que moldea y hace hombres.
La que cuece en las hornallas.
No te vayas, no desistas,
no desfallezcas
ni silencies tus verdades.
Solo sigue,
mujer pilar,
en la estocada.

ANY CARMONA

*Del libro Luz de soledad

martes, 16 de febrero de 2010

La Maestra de pueblo (cuento)













Por el camino terroso e incrustado de piedras viejas como el tiempo que tiene ese pueblo, viene caminando Marcelina Vargas, la maestra. Lleva colgada del brazo una valija pesada con libros y papeles, y su guardapolvo blanco muy bien doblado. Todas las tardes recorre el mismo sendero rumbo a la escuela. Todas las tardes su rutina le marca el paso del hastío cotidiano. Pero hoy viene con una sonrisa en el rostro y un andar que muestra un dejo de abandono no muy usual en ella. Hoy ha sucedido algo.
Mientras camina recuerda lo que pasara unas horas antes y no puede dejar de pensar en eso. Tiene un vacío en la boca del estómago y de pronto se siente desnuda, expuesta. No le importa. Piensa que todos la miran pero no le interesa porque se siente libre, feliz. Sí, por primera vez en su vida, se siente plena.
Estaba en su casa regando las flores del jardín del frente, en mangas de camisa y pantalones vaqueros, cuando vio que alguien la miraba. Un joven moreno y alto de facciones angulosas y cabello muy largo, la observaba sin decirle nada. Había dejado su mochila depositada junto a la verja y se encontraba parado frente a ella, que no había podido evitar el invitarlo a pasar, por eso de los buenos modales que le enseñara su madre. Tampoco había podido evitar el servirle un té con un trozo de torta que había elaborado.
- ¿Qué hacés en el pueblo?... ¿Estás de paso?...¿Sos un mochilero? –
El no contestaba, sólo le miraba los senos.
- Nueve, son nueve los botones de tu blusa – le dijo él con acento extranjero a la vez que tocaba con sus manos cada botón y los desabrochaba.
- Sí – dijo ella en un susurro mientras caminaban juntos como hipnotizados, hacia la habitación contigua, donde se fundieron en un abrazo de fuego y ternura que los unió por unos instantes en uno solo. Hasta que el sol bajó detrás de la higuera del patio y el reloj sonó anunciando que ya era la hora de ir a dar clases.
- Andate antes que te encuentre mi madre – dijo Marcelina hablando bajo.
- Pero... no se tu nombre.
- ¿El mío?...Señorita…Maestra… ¿Qué importa?... ¡Andate pronto, que alguien viene!
- Me voy, pero volveré… ¡Tengo que saber cómo nombrarte!

Marcelina entra sonriendo a la escuela. Es una tarde hermosa. Los pizarrones verdes están salpicados de colores azules, rojos y amarillos. Siente que entonan con su alegría. Los niños se le acercan y le dan besos. Los jazmines que enmarcan las columnas y el techo de la galería se abren a su paso y le regalan todo su perfume. La campana suena como si fuera el canto de algún ángel que le está dando la bienvenida. Y la brisa otoñal acaricia sus mejillas y sus brazos que hoy más que nunca, huelen a madreselvas. Hoy es otra mujer, hoy su vida se tiñe de estrellas.


ANY CARMONA

ANY CARMONA

domingo, 14 de febrero de 2010

Decidí y aprendí

Decidí y Aprendí


Después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar.
Decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas.
Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.
Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.
Decidí ver cada noche como un misterio a resolver.
Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos.
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fuí, me dejó de importar quién ganara o perdiera.
Ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo lograr es tener el derecho de llamar a alguien "Amigo".
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, "el amor es una filosofía de vida".
Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente.
Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.
Aquel día decidí cambiar tantas cosas.
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad, desde aquel día ya no duermo para descansar.
Ahora simplemente duermo para soñar.


Autor: Anónimo


Palpitaciones


Encandilan espejos
sobre calles multiformes.
Pentagramas de sonidos
penden del espacio.
La ciudad palpita apresurada
ante los cansados ojos de la tarde.
Salpica el barro
pantalones y tacones.
Gotas de lluvia
acarician las paredes.
El barrio lejano
aguarda dulcemente,
la llegada de la noche
y de la gente.
Trabajadores apretados
alargan sus heridas,
hasta dormir
en el costado de sus sueños.

ANY CARMONA

Canción de cuna para Leonel


Navegante audaz de aguas mansas,
fruto tierno de mi más grande amor.
Traes colgando del pecho
mariposas celestes
y diamantes de sol.


Eres un joven león de andanzas nocturnas
entre inexorables juegos de prueba y error.
Eres brisa tibia de verano,
amanecer de mi luna llena,
legado de superación.


Tienes la fuerza del viento
pegada a tu cielo,
para llegar a la cima,
el impulso vital.
Traes un as en la manga,
un diez en la bota,
una estrella en el pantalón.


Te dejo férreas convicciones,
besos de chocolate y abrazos de miel.
Se lo que debas ser
pero nunca olvides
llevar una brújula
que te indique el rumbo
para regresar.

ANY CARMONA

Canción para Nicolás


Cuando escucho regresar tus pasos
que desprenden chispas
como haces de estrellas,
duermen mis inquietudes,
se aquietan mis latidos.
Tus vuelos de superación
son espirales de luz
que suben desde mis pies
y cosquillean mi nuca.
Inventan canciones dentro de mi alma,
atraviesan paredes,
derrumban desasosiegos.
Es entonces cuando cataratas
de risas invaden mi vida
y no se qué hacer
para eternizar tu cara sonriente.
Invento mateadas de miel,
exquisitos mediodías
y credos maternales.
Estás bien.

ANY CARMONA