sábado, 2 de enero de 2010

UN LUGAR EN BLANCO Un escrito de Lola Bertrand

He aquí una carta que escribió Lola cuando se enteró de su dolencia, hace más de un año.¡Bravo Lola!!

UN LUGAR EN BLANCO















He venido hasta aquí, porque en estos momentos, no encontré mejor
lugar que un espacio en blanco.
Sobre mi cabeza hay una cúpula oscura de titilantes estrellas, y una
luna negra se adivina detrás de mis pestañas.
Con sólo dos palabras han desahuciado mis quimeras.
¿Me siento triste? , pues no... en realidad me siento rara,
diferente, distanciada. Hoy, alguien, arrancó de golpe todas las
hojas de mi calendario.
Te quedan tres horas, tres días, tres meses...
¿Ves este montón de papel sin nombre?, pues ya no significa nada.
¿A quien decirle que el reloj de tu vida, tiene las horas contadas?,
que ya no vas hacia adelante, si no hacia atrás, que cuando eres
techo, te toca abrigar los dolores de los demás hasta que un frío
helado, te cubre a ti también de escarcha.
¿A quién contarle, sin llorar, qué en la próxima primavera crecerán
flores sobre tu pecho? Que el mar es tan salado, porque acoge las
lágrimas de los impotentes.
Que este mundo, seguirá girando y luchando y existiendo sin tu risa.
Como explicar que algo se ha apoderado de tu destino, que se nutre
de tus células, que te recorre una y otra vez minando en cada latido
una pequeña porción de tus fuerzas.
De donde sacas el valor para tatuar entre tus ojos: ¡quiéreme ahora!,
¡será tan poco tiempo!, puedes fingir, aunque sea por piedad, que una
parte de mi impronta quedará impresa en tus huellas.
Puedes decirme, sin comprometerte, que sentiste mi ternura deslizarse
por tu piel; que en algún momento loco imaginaste poseer mi cuerpo;
que mis manos fueron como palomas de paz en tu desasosiego. Puedes
decirlo... si quieres.
Hoy he dado un paso, el último, ese que no das si no te obligan; me
he enfrentado al tramo final de mi escalera, y cuando esto que me
corroe por dentro me dé su abrazo final, seré solamente la sombra,
que en momentos fugaces se escurrirá entre tus dedos.
Mañana..., mañana tal vez sabrás, lo que esta noche no quiero que
sepa nadie.
La tómbola de la vida reparte boletos sin nombre, cuando me vaya,
llevaré entre mis manos el pétalo de una rosa para que me acompañe.

Lola Bertrand

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